Cualquiera en su sano juicio puede apreciar que representar y dirigir una organización que brinda servicios de interés general en distintas localidades portuarias no solo requiere de conocimiento y experiencia, sino que también es esencial un liderazgo con la presencia de ánimo y el vigor físico característico de la etapas más productivas del ser humano.
El liderazgo de opinión es muy distinto al liderazgo de acción; al líder de opinión se le valora por lo que ha hecho y como lo hizo, mientras que al líder de acción se le sopesa por los resultados inmediatos que está brindando en su quehacer diario y la confianza que logra generar entre sus iguales para alcanzar los objetivos que se plantea.
Ambos liderazgos son muy valiosos para el desarrollo sano y equilibrado de ese gremio de especialistas en brindar sus servicios en las comunidades portuarias, pero el liderazgo del presenté y del futuro siempre será el que produce un líder de acción y nunca el que que genera un líder que solo puede ser valorado por el peso de sus éxitos y fracasos pasados.
Quien quiere y debe todavía demostrar lo que puede hacer en beneficio de la colectividad es el líder de acción, pues se encuentra en su mejor momento para llevar a cabo las actividades que también acabaran definiendo su propio destino. Su historia no se ha escrito y debe tener la mano firme para arriesgarse a escribirla sin borrones y tachones.
En contraste un líder de opinión ya escribió la mejor parte de su historia y normalmente esta mas preocupado por su pasado que por su futuro; naturalmente ya no esta en condiciones de perseverar en corregir su pasado, ni debería intentarlo pues ya no está en su momento para ser un líder de acción, este ya pasó y fue debidamente aprovechado por él hasta el límite de sus capacidades y circunstancias, recordemos que ninguna segunda parte es mejor que la primera.
En contraste un líder de opinión ya escribió la mejor parte de su historia y normalmente esta mas preocupado por su pasado que por su futuro; naturalmente ya no esta en condiciones de perseverar en corregir su pasado, ni debería intentarlo pues ya no está en su momento para ser un líder de acción, este ya pasó y fue debidamente aprovechado por él hasta el límite de sus capacidades y circunstancias, recordemos que ninguna segunda parte es mejor que la primera.
Cuando un veterano líder de opinión es electo para ocupar formalmente el liderazgo de un gremio y pretende enfrentar los abrumadores retos del Siglo XXI, con una mentalidad del siglo XIX, es evidente que tal organización se encuentra en crisis, y se puede predecir con facilidad la tormenta que provocara su anacrónica gestión para sus representados; y me explico: Un líder de opinión puesto en "acción" siempre acabará apoyando sus actividades artificialmente con métodos y personas que en forma de muletas le restan en los hechos autoridad. Sus muletas actuaran en su nombre y representación, restando poder al veterano líder pero dejando sobre sus hombros todo el peso de la responsabilidad. Al pretender subsanar sin éxito su natural falta de innovación, vigor y actualización con el entorno que afectan los asuntos a su cargo, su gestión es muy distinta a la que el mismo líder de opinión espera de sí mismo, y terminaría desequilibrada por la falta de respeto a los principio de autoridad-responsabilidad, jerarquía y especialización que debe prevalecer en todo gremio organizado para alcanzar un objetivo.
La naturaleza es muy sabía, y aún y cuando la vida útil de los seres humanos es cada vez más amplia, los más sensatos líderes de opinión escuchan su autocrítica voz interior para vencer su ego y acaban cediendo su espacio para quien demuestra estar a la altura de los retos y circunstancias en la resolución de los asuntos a su cargo, y que cuenta con vigor propio y voluntad para ocupar el liderazgo de acción (sin muletas) que toda organización exitosa necesita.
A la luz de todo lo anteriormente expuesto, naturalmente los sacerdotes responsables de brindar en cada puerto sus servicios religiosos, han aplaudido la gran madurez y responsabilidad demostrada por Benedicto XVI, quien voluntariamente pasó a ocupar el liderazgo moral que tanto necesita la Fe católica, para dejar pasar el ministerio del nuevo y vigoroso Papa Francisco quien como nuevo líder de acción electo por los Cardenales de la Iglesia Romana ha tomado la responsabilidad de cargar la pesadísima cruz del Señor por el Siglo XXI.
O en quienes estaban pensando mis prácticos lectores???
Fuente: El Pelicano del Altiplano
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