La empresa pública española Navantia y la Armada de los Estados Unidos de América
están ultimando un contrato, que podría firmarse en las próximas semanas, por
el que los astilleros españoles se harán cargo del mantenimiento de los cuatro
destructores estadounidenses que se desplegara a partir del próximo año en la base de Rota (Cádiz) y
constituirán el componente naval del escudo antimisiles de la OTAN.
El
contrato, según fuentes próximas a la negociación, tendrá una duración de más
de cuatro años y será prorrogable. Su coste total se estima en casi 200
millones de euros.
Aunque Navantia será la contratista principal, de los trabajos se
beneficiarán otras compañías tanto americanas como españolas. Los astilleros se
harán cargo del mantenimiento del segundo escalón (aquel que no puede realizar
el propio personal del buque) y algunos elementos del tercer escalón (que
habitualmente se deja en manos del fabricante). No afectará a los equipos más
sensibles del buque, como su sistema de combate.
Fuentes industriales aseguran que lo más relevante del contrato no es tanto
su importe como el hecho de que la Navy confíe a astilleros españoles el
mantenimiento de algunos de sus buques más avanzados, ya que los requisitos que
exige a sus contratistas son muy rigurosos. “Si quedan satisfechos, habrá más
encargos; y, si no, encontrarán la forma de no agotar hasta el final el
contrato”, admiten las fuentes consultadas. Hasta ahora, salvo alguna
excepción, la Marina estadounidense ha recurrido a astilleros de otros países,
como Malta, para mantener y reparar su flota en el Mediterráneo. El contrato
que negocia Navantia solo incluye el mantenimiento programado de los cuatro
destructores, por lo que el arreglo de cualquier avería o problema imprevisto
se facturaría aparte.
Los
cuatro destructores, de la clase Arleigh Burke, están dotados con un sistema de
combate Aegis, capaz de interceptar misiles balísticos como los que, supuestamente,
podrían utilizar países como Irán y Corea del Norte. La reforma del convenio
bilateral de defensa entre España y EE UU de 1988 para permitir el despliegue
de los cuatro destructores y hasta 1.400 militares y civiles entró en vigor el
pasado 11 de junio. Según el calendario avanzado por la Navy, los dos primeros
destructores, el Ross y el Donald Cook, llegarán a Rota (Cádiz)
en torno a marzo de 2014; y los otros dos, el Porter y el Carney,
a lo largo de 2015.
La decisión de aceptar en España el componente naval del escudo antimisiles
la adoptó en octubre de 2011, solo un mes antes de las elecciones generales, el
entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, previa consulta con el líder de la oposición,
Mariano Rajoy. Aunque entonces se argumentó que la llegada de los buques
supondría una fuerte inyección económica para una provincia tan deprimida como
Cádiz, el actual ministro de Defensa Pedro Morenés advirtió de que no había
ningún compromiso firmado por parte del Pentágono.
El mantenimiento de los cuatro destructores en astilleros españoles
constituirá, de hecho, la primera contrapartida económica; al margen de los
gastos asociados al establecimiento en Rota de 1.400 familias americanas.
Respecto a los costes, Defensa evaluó las obras de adaptación de la base
gaditana en unos dos millones de euros, que serían íntegramente asumidos por EE
UU. Sin embargo, la Armada concluyó en marzo pasado las obras de ampliación del
puerto de Rota, que incluyen la extensión en 300 metros del muelle número 1, la
rehabilitación completa del muelle 2 y la construcción de un nuevo muelle 4, lo
que permitirá albergar el componente naval del escudo antimisiles sin desalojar
a la flota española. Solo las obras del muelle 2, donde está previsto que
atraquen los cuatro destructores, han costado 40 millones, de los que 22 han
sido sufragados por EE UU. Se han invertido otros tres millones en mejorar la
pista de aterrizaje.
Está
previsto que dos de los destructores operen de manera permanente en el
Mediterráneo oriental y completen el componente terrestre del escudo, con
radares y lanzadores en Turquía, Polonia y Rumania. Su mando lo ostentará el
almirante jefe de la Sexta Flota de EE UU, con base en Nápoles (Italia).
Fuente: El País
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